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De las persona que se quejan, critican y se ofenden por todo…

Solo aléjate pero con empatía!!

Una persona toxica es aquella que se queja, humilla, grita, critica y ofende, la razón porque actúa de esa manera revela intrínsecamente una herida profunda. Este tipo de individuo rara vez emite comentarios constructivos; más bien, su verborragia y comportamiento sin desfachatez es motivado por criticar y desprestigiar cualquier cosa lo que realmente reflejan un dolor real. Puede compararse con la misma desesperación de un bebé que, ante el dolor de estómago, solo se expresa mediante llanto, lanzando objetos, arrebatos y gritos. Sin embargo, cuando la persona herida es adulta actúa con un mecanismo más sofisticado, manifestándose a través del habla, actitudes negativas y las acciones reprochables.

 

Aquellas personas que se quejan, gritan y emanan toxicidad a su alrededor expresan su dolor de una manera peculiar. Se trata de individuos que parecen carecer de inteligencia emocional, ya que cualquier pequeña cosa tiene el poder de desestabilizarlos emocionalmente. Situaciones insignificantes o absurdas pueden ejercer un fuerte impacto en su estado de ánimo, y son propensos a tomar la iniciativa a la hora de criticar, autodenominándose “críticos profesionales”, pero carecen de la capacidad de asimilar consejos o críticas dirigidas hacia ellos.

 

Frente a estas personas, la respuesta más adecuada debe ser la compasión, reconociendo que al final ellos han tomado la decisión de vivir de esa manera. Entiendo que quizás actúan así porque consideran, de manera involuntaria y natural, que pueden aliviar su carga o disminuir su dolor repartiendo pequeños fragmentos de su herida por donde van. ¿Realmente saben estas personas tóxicas que lo son? Quizás sí lo saben, pero lo que no comprenden es cómo hacerse cargo y asumir la responsabilidad de su propio dolor.

 

Por otro lado, cuando nos encontramos con una persona emocionalmente sana, esta se caracteriza por su equilibrio, responsabilidad personal y habilidad para expresarse. Además, demuestra empatía y no se siente atribulada a la hora de ofrecer disculpas ante cualquier error. En contraste con aquellos que emiten toxicidad, estas personas sanas emocionalmente contribuyen a un ambiente más positivo, además que generan confianza entre sus pares.

 

Quien está herido despliega un escudo ficticio proporcionado por su ego, ofendiéndose por cualquier cosa. A pesar de que la mayoría de las veces son ellas quienes ofenden, atacan y disparan su odio (dolor) a discreción. Estas personas, lamentablemente, a menudo viven toda su vida de esta manera, con la sonrisa esquiva, la alegría ausente, y escasez de agradecimiento y empatía. Ante ellas lo que debe prevalecer es el respeto y antes de juzgar a alguien que vive de esa manera tan particular, donde gasta su tiempo y energía en estar criticando, quejándose, gritando, envidiando, señalando, chismeando o humillando, es fundamental mostrar empatía y compasión, ya que debemos comprender que estos comportamientos son síntomas de un dolor profundo en el alma que no ha sido curado. Quizás la humildad se les fue de vacaciones y nunca volvió, quizás la vida y sus enseñanzas han maltratado más de lo esperado, o solo quizás se sienten cómodas con su personaje y lo han ido alimentando cuando solo era un gatito y ahora es un león indomable. No lo sabemos y tal vez nunca lo sabremos. Lo que sí debemos saber es reconocer cuando alguien herido está enfrente de nosotros con intenciones de contagiarnos de su dolor.

 

Frente a tales amenazas, la recomendación es mantenerse en silencio, no interactuar de manera confrontativa. Escuchar y empatizar son las respuestas más apropiadas. No caigas en la trampa de sumergirte en su terreno, no por superioridad, (ya que eso también es ficticio, ya que nadie es superior a nadie, solo es una falacia o una errada percepción personal), sino por preservar nuestra tan apreciable salud espiritual. Solo escúchalo, presta atención, empatiza y ten compasión. Y mantén el temple necesario para evitar, en lo posible, absorber la bilis que es arrojada hacia ti, luego de eso aléjate pero hazlo con elegancia para evitar también ofender a quien solo necesita compasión.

 

Finalmente, es esencial tener la capacidad de reconocerse, evaluarse y tratar de identificar si puedes estar manifestando comportamientos tóxicos, y quizás cuáles heridas necesitas cerrar. Intenta reconocerte, perdónate y busca la sanación para convertirte en una persona positiva, tanto para ti como para tus seres queridos. Las cargas emocionales solo intoxican el alma; cuídate, solo tú puedes hacerlo. No permitas que nada ni nadie robe tu paz; solo tú tienes el poder sobre tu vida. Eres el único responsable y el único culpable de tu realidad; nadie más. No basta con ser adulto, es imperativo actuar como tal.

David Daniel Prieto